El estruendo de los disparos
rompió la quietud del frondoso bosque continental. Las balas perforantes
hicieron saltar pedazos de vegetación alrededor de los fusileros, derribando a
uno de ellos, impulsándolo hacia atrás desmadejado, con dos agujeros enormes en
el pecho ensangrentado. Los demás soldados, incluido el Auxilia que se
encargaba de la seguridad del prisionero, corrieron a ponerse a cubierto.
La voz del sargento James Chandra
crepitó en el comunicador táctico de Shidar.
-
¿Shi, lo has visto?
-
Afirmativo, sargento, un Cosaco Veterano a las 2 en
punto.
-
¡Acaba con esa ametralladora ya!
-
Estoy en ello, sargento.
Shidar divisó a través de la
espesura la corpulenta figura del Cosaco Veterano Ariadno, que disparaba su HMG
sobre la unidad de fusileros de escolta. Gracias a su visor multiespectral N1,
el patrón mimético de la armadura del Ariadno no le servía de nada. No podía
camuflarse de él. Shidar avanzó entre los helechos rápida y silenciosamente,
como solo un Bagh Mari de Acontecimiento podría hacerlo. Acechó como un cazador
a su presa y centró su punto de mira sobre la figura del soldado acorazado
Ariadno, que seguía machacando la posición de los Fusileros. Shidar sabía que
los Veteranos Cosacos eran unos bastardos muy duros, por lo que debería atacar
de forma contundente y letal. Afianzó su HMG sobre el tocón de un árbol
tapizado de musgo y apretó el gatillo. Su arma escupió una ráfaga de
proyectiles pesados de alta velocidad que atravesaron la espesura, segando
ramas y derribando al soldado Ariadno con varios impactos.
El Ariadno se quedó inmóvil
durante un segundo, para seguidamente empezar a levantarse. Shidar no podía
creerlo, su armadura había detenido una ráfaga de ametralladora a tan poca
distancia. El Veterano, cojeando visiblemente, se arrastró para intentar
ponerse a cubierto, mientras respondía al fuego de Shidar con su propia
ametralladora. Los proyectiles antiblindaje volaron por encima de su cabeza, su
traje mimético y la vegetación le convertían en un objetivo difícil y el
Ariadno estaba herido, trastabillando mientras disparaba su arma desde la
cadera.
Shidar se desplazó rápidamente,
buscando un mejor ángulo desde el que poder dispara de nuevo sobre el veterano.
Cuando lo tuvo a tiro, centró la retícula de su visor multiespectral y disparó.
El Ariadno, acorralado, respondió con sus propios disparos, pero la ventaja del
Bagh Mari fue decisiva y el Ariadno recibió dos impactos que penetraron su
armadura de Tesseum y lo lanzaron hacia atrás en medio de un surtidor de
sangre.
-
¡Despejado! – Informó Shidar por el comunicador.
-
Equipo, avancen – ordenó Chandra
Los fusileros flanquearon al
Auxilia y su prisionero y avanzaron a través del bosque en dirección al punto
de encuentro. Chandra vio a través del enlace por satélite que unidades enemigas
intentaban interceptarlos desde ambos flancos. Pronto los tendrían encima.
-
Bien chicos, el transporte está a doscientos cincuenta
metros ahí delante. Seguid avanzando, no os paréis. Shid, toma posiciones en el
flanco derecho, yo me encargo del izquierdo. Vamos a tener compañía en breve y
debemos mantenerlos lejos del objetivo.
-
Tranquilo sargento – contestó Shidar – no pasará
ninguno.
El constante traqueteo del motor
del transporte blindado estaba poniendo a Hal de los nervios. Pocas cosas, a
parte de la inactividad de la espera, crispaban los nervios de un Caballero
Hospitalario, pero si además añadías un ronroneo estridente e insoportable, se
convertía en algo insufrible. La patrulla de recogida, compuesta por él mismo y
un par de veteranos de la infantería pesada táctica del ejército (conocidos
coloquialmente como Orcos) debía mantener la posición y defender el transporte
que recogería al prisionero y su escolta. El Coronel Voronin era un prisionero
valioso, pues tenía información relevante sobre las defensas de los yacimientos
de Tesseum en Rodina, así que era imperativo su traslado a una prisión de
máxima seguridad donde se le pudiese interrogar adecuadamente. Hal podía oír el
eco de los disparos en la espesura del bosque, más allá del claro en el que
esperaban, pero sus órdenes eran claras, no abandonar la posición hasta
asegurarse de que el transporte partía sano y salvo.
El auxilia que custodiaba a
Voronin y su prisionero aparecieron por el sendero de la derecha y se
aproximaron a la carrera, buscando la cobertura de las barricadas en las que el
caballero y los Orcos se habían afianzado. El Dronbot del auxilia no apareció
por ningún sitio, así que supuso que lo habría perdido en el combate, habían
tenido un viaje movidito.
-
Vamos, vamos, súbalo al transporte.- dijo uno de los
Orcos, haciendo movimientos con la mano.
Los dos hombres habían llegado
junto al Orco cuando una ráfaga de disparos de ametralladora retumbó a la
derecha. El Orco se lanzó sobre el auxilia y lo derribó junto a su prisionero,
cubriéndoles con la gran masa de su armadura pesada potenciada. La armadura
detuvo gran parte de los impactos, pero dos proyectiles penetraron su placa
facial, destrozando su cabeza y matándolo en el acto.
El auxilia se arrastró llevando
consigo al maniatado coronel Ariadno. Hal apareció a su lado y los arrastró a
ambos sin esfuerzo tras las barricadas.
-
Tadeo – dijo al Orco superviviente – sube a estos dos
al transporte, voy a cargarme a ese hijo de puta.
-
Pero señor, sería mejor retirarnos...
-
¡Si dejamos que ese tipo siga disparando, puede dañar
el transporte y entonces su que la habremos cagado!
-
Entendido – respondió el Orco – Buena suerte.
-
No la necesito- contestó Hal, sonriendo bajo la máscara
facial en forma de cruz – El Señor vela por mí, colega.
Salió corriendo hacia las rocas
de las que provenían los disparos. Divisó al paracaidista Ariadno parapetado
entre dos columnas pétreas. Hal corrió en pos de él, cubriéndose en la
vegetación dispersa y esquivando las furiosas ráfagas. Un proyectil impactó en
su hombrera derecha, arrancándosela y haciéndole perder el Fusil Multi, a punto
de derribarlo. Hal se repuso y siguió corriendo; gracias a la musculatura
potenciada de su armadura acortó distancias rápidamente, al tiempo que
desenvainaba su espada. El Ariadno, viéndose entorpecido por su ametralladora a
tan corta distancia, se deshizo del arma y desenfundó su pistola, vaciando el
cargador a bocajarro contra el caballero a la carga. Un disparo afortunado
encontró un resquicio en el agrietado blindaje del torso derecho y le hirió,
haciendo manar un surtidor de sangre, pero Hal no se detuvo. Llevado por la
inercia, descargó una estocada transversal que dio de lleno al Ariadno; la
tecnología de filo explosivo de su mortífera espada provocó una detonación
focalizada a lo largo de la espada que hizo pedazos al Ariadno, partiéndolo en
dos.
Hal se dejó caer de rodillas
frente al cadáver humeante, clavando la espada ensangrentada en el suelo. Un
dolor ardiente irradiaba desde su pecho hasta la espalda y le costaba respirar,
sus conocimientos médicos le indicaban que tenía un pulmón perforado. Cuando
escuchó el rugido de un motor, se giró para ver el transporte alejarse por el
camino pedregoso hacia la base y a Tadeo corriendo hacia él con un kit de primeros
auxilios en la mano.
- Misión cumplida – murmuró el
caballero, antes de caer inconsciente en el suelo embarrado del bosque.
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